El 6 de enero del 2010, Kopelman partió desde el punto más septentrional de Argentina hacia la Antártida a bordo de un barco para ocho personas: el “Spirit of Sydney”.
En el transcurso de 26 días, Kopelman documentó el paisaje antártico enfrentándose todo el tiempo a las inclemencias del frío, la lluvia y la nieve. Las dimensiones del barco, sus constantes movimientos y las extremas condiciones climáticas pasaron a formar parte integral de su trabajo. Sus observaciones de los territorios de la Antártida fueron registradas en una serie de dibujos a lápiz y pequeñas acuarelas que se exhiben en varias vitrinas, similares a las que encontramos en museos de ciencias naturales para mostrar fósiles y especímenes raros.
Durante el viaje, Kopelman se sorprendió ante la naturalidad del paisaje de la Antártida que tan bien se prestaba a la pintura; la luz y las sombras, la sutileza de la gama de blancos y azules, todoparecía como si ya hubiera encontrado su expresión en un lienzo. A su regreso al estudio, produjo varias pinturas en óleo de gran escala que representan una parte central de la exhibición. Estos trabajos, así como gran parte de su obra, entran en un diálogo con la tradición de la pintura Romántica paisajista, intentando localizar alguna esencia o sensación más allá del dominio de lo visible.
Siguiendo los pasos de los artistas viajeros y naturalistas de los siglos XVIII y XIX, Kopelman produce el de un territorio poco documentado para que otros lo observen, incorporando su propiaexperiencia. Aunque el descubrimiento de la Antártida fue contemporáneo a la invención de la fotografía moderna, la percepción del paisaje de Kopelman está mediada, no sólo por fotos que ella ha visto, sino también por las tradiciones pictóricas, desde las representaciones científicas del naturalista alemán Alexander von Humboldt hasta los paisajes expresionistas de Monet.
Esta exhibición explora una de las preocupaciones centrales del trabajo de Kopelman: desafiar y romper las concepciones del orden y la clasificación del siglo XIX. Ella se interesa por la manera en que su trabajo, resultado de la observación directa de un paisaje, participa en la creación de conocimiento sobre un lugar sin alentar mayor categorización. Kopelman inspira una narrativa que no totaliza, revelando la posibilidad de muchas lecturas donde la diferencia entre cada interpretación revela la esencia de lo que se representa.