En 1913 Maximilian Harden, un escritor y editor alemán, publicó una entrevista imaginaria llamada “Si Rockefeller y Tolstoy se hubieran conocido”. En ella, Harden intenta establecer la conversación que John D. Rockefeller pudiera haber sostenido con el Conde Tolstoy, de haberlo ido a visitar en su octogésimo aniversario. Aunque el Conde Tolstoy se oponía ferozmente a la proletarización del campesinado, al éxodo del campo, y a la consiguiente alienación del trabajo bajo el nuevo orden capitalista, Rockefeller personifica la nueva condición industrial que defiende con gran locuacidad.
Monarcas y hombres (2012) es un proyecto fílmico de Jan Peter Hammer que funge como secuela de su video anterior THE ANARCHIST BANKER (2010), el cual sitúa la discusión en un escenario contemporáneo. Aquí Rockefeller es representado por Arthur Ashenking –el personaje que Hammer y el actor John Quincy Long llevaron al escenario en The Anarchist Banker– un inversionista que convirtió su egoísmo en una filosofía política. Lejos de oponerse al Rockefeller de Harden, Ashenking es un personaje puramente ficticio cuyas visiones se encarnan a partir de los escritos de F. A. Hayek, Thomas Friedman, Bill Gates, y Aynd Rand.
La acción en Monarcas y hombres transcurre en la inauguración de una galería ‘Blue Chip’ en dónde Ashenkind –uno de los patronos de la galería- conoce a Leonard LeGros, el artista que expone. LeGros –interpretado por el filósofo alemán Felix Ensslin– cree en una alternativa a las condiciones actuales de producción y se aferra a los ideales modernistas. A pesar de ser un artista extremadamente exitoso e influyente, se encuentra atrapado en la paradoja de la producción del arte: ¿cómo puede el arte mantener su integridad ética cuando el circuito de distribución regularmente convierte el capital simbólico en valor agregado? ¿Cuál es el objetivo de criticar al poder cuando tu trabajo es constantemente comprado por los poderosos? Por otra parte, Ashenking también considera que “todo mundo debería ser un artista”, aunque está lejos de hacer esta afirmación en un sentido benevolente. No se refiere a que todo el trabajo debería ser creativo, sino que a todo el mundo se le tendría que pagar en relación directa a su desempeño dentro del mercado.
Lo que sigue es un debate feroz entre ambos hombres y su grupo de amigos y conocidos como Nadzia, la novia de Leo; Billy Neumann, un joven y ambicioso artista; y Dennis, el galerista y anfitrión. Inspirado en los complejos protagonistas de Eric Rohmer, a Jan Peter Hammer le importa poco lo que hace la gente y parece más preocupado por lo que pasa en sus mentes mientras lo hacen. Ambiguos y problemáticos, los personajes frecuentemente son incapaces de reconocer sus propios deseos. El contraste entre aquello que dicen y lo que hacen aviva la discusión hasta que la velada llega a su fin.
Para la exhibición en Labor, Jan Peter Hammer produjo una serie de esculturas de neón, conceptualizadas como el trabajo de Billy Neumann. Billy es un personaje imperfecto. Sin embargo, su particular estilo de cinismo acomodaticio, puede por momentos, resultar discordante. Al contraponer iconos de la cultura popular (Hello Kitty, Vampiros, Cthulhu) con gráficos y diagramas, Billy se rehúsa a reflexionar sobre un malestar político que, no obstante, expresa a través de elementos infantilizados del horror Gótico.