MOVIMIENTOS EMISORES DE EXISTENCIA
HECTOR ZAMORA
Texto y curaduría de Paola Santoscoy
Inauguración y performance: 5 de febrero, 12:00pm.
En los últimos años, el trabajo de Héctor Zamora se ha caracterizado por centrarse en acciones que involucran la participación de personas: situaciones pensadas para suceder en contextos específicos desde museos y galerías hasta espacios públicos, en donde cuerpo y materia generan momentos escultóricos efímeros que la mayoría de las veces devienen en instalaciones. Sus obras ponen de manifiesto cuestiones ligadas al sitio, con todas las implicaciones sociales, políticas e históricas que esto trae. Las estrategias performáticas, aunadas a la plasticidad de sus trabajos meramente escultóricos, consiguen una acumulación de energía de diversas intensidades que activan discursos formales y conceptuales desde la idea del arte como acontecimiento.
La acción ocurre durante la inauguración y consiste en un conjunto de vasijas de barro crudo colocadas en el piso de la galería, alrededor del cual toman posición varias mujeres vestidas de negro que, una vez iniciado el performance, caminan a diferentes ritmos por encima de las vasijas deformándolas paso a paso, exprimiendo el aire que contienen; transformando con el peso de su cuerpo el paisaje de terracota que llena el espacio casi por completo.
Movimientos emisores de existencia surge a partir de una fascinación por la figura icónica de la mujer cargando una vasija sobre la cabeza para transportar agua o alimentos, que después se desdobla en múltiples posibilidades de transportar casi cualquier cosa sobre la cabeza en una perfección ergonómica que resulta sumamente eficiente, elegante y sensual. Zamora lleva varios años coleccionando un sinfín de imágenes de personas provenientes de diferentes épocas y regiones del mundo cargando algo en la cabeza, como una manera de insistir desde la imagen en una indagación alrededor de la carga y la fortaleza que esto representa. Tratándose de una tarea asignada históricamente a las mujeres en diversas culturas, la figura femenina se vuelve el foco de esta acción en la que Zamora trastoca el orden de las cosas para colocar la vasija no sobre la cabeza, sino a los pies de estas mujeres. Al invertir la ecuación, lo que ocurre después es la creación de un ‘espacio en común’ que apunta a la noción de una colectividad como posibilidad, más no como algo dado.